Un bajo instinto me dejó fuera de las peleas
siendo más vivo dejè que los otros murieran
la cabina de telefono nunca me sirvió
para transmitir mi mensaje volado
a mis amigos perros de los callejones sin salida
que eran mas libres que la peluza
y dirigí mi mirada al costado,
atisbé los olores de una gata
y la olí hasta sus prestigios naturales
para luego convertirme en cigarro
que del extasís se esfumaria en la boca
del huracán de las calles vacías
donde seguí a mi sombra hasta la esquina
que le decía a mi mente que era el karma
maníatica excusa de todas las vidas
que hasta el asesinato sobrevive
como un bus que deja de llevar gente
como un planeta manso.