martes, 15 de julio de 2014

La sentencia


Abro otro día impulsivamente
y me disparan las voces solares
de genios incomprendidos que no saben su nombre
que bautizan herejes sin cesar.
La guillotina del lenguaje
no degüella a analfabetos
cuando en el desierto de mis sílabas
trato frutos sembrar.
El viento del camino
ya no me sirve de acertijo
desde que me olvide de caminar
y descubrí la formula para volar
Que suerte que tiene el tiempo
que ve todo pasar
es un sujeto tan antiguo
que nadie logra perdonar.
El reloj es la métrica del trabajo
que deja de correr mientras en la diversión
y calcula solo a los demás
mientras nadie se entiende.

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